Tardaría en encontrar la
llave que necesitaba, y del otro lado las llamas ardían.
Se veía el humo desde la
acera de mi casa. No podía demorarme más.
Aunque el cuerpo me
temblaba de la desesperación, junte todas mi fuerzas y de una patada abrí la puerta.
Ahí estabas cariño,
incinerándote, transformándote en cenizas dentro de la chimenea.
Si hubiese llegado tan
solo unos segundos antes.
La carta que me escribió
Leo antes de morirse, se quemó frente a mi ojos.
La había guardado
entre los periódicos viejos, en el intento de olvidarlo.
Aquella tarde me detesté
miserablemente, lo había vuelto a perder.
B.C